martes, 31 de agosto de 2010

-Yo de mayor quiero ser poeta.

lunes, 30 de agosto de 2010

Miedosa

Tengo miedo de no volver a verte y miedo de que vengas ahora para que te vea y estar aquí, con gafas en vez de lentillas y piel en vez ropa.
Tengo miedo a no saber dejar de echarte de menos.
Tengo miedo a las noches que me dejas sola y veo sombras que me asustan y que no me dejan salir de debajo de las sábana, esas que serían mucho más divertidas si estuvieras tú debajo y si fueras tú la sombra.
Tengo miedo a que te canses de mí. A la soledad.
Tengo miedo a que me digas que no, aunque razones y argumentos no te falten.
Tengo miedo a algunos bichos.
Tengo miedo de haber perdido mi oportunidad, de haber dejado pasar el tren que solo pasa una vez, con suerte.
Tengo miedo al compromiso.
Tengo miedo de sentir algo que tú no sientes.
Tengo miedo a la oscuridad.
Tengo miedo de ser no ser lo suficiente para tí, para esta vida, para mis retos. Miedo de traicionar, a tí o a cualquiera, por no haber sabido estar a la altura.
Tengo miedo a los cuchillos.
Tengo miedo a convertirme en alguien que no quiero ser.
Tengo miedo al fuego, pero se me quita si somos nosotros los que ardemos, juntos.
Tengo miedo a que, sin quererlo, me hagan daño.
Tengo miedo, miedo atroz, a equivocarme.
Tengo miedo a bañarme de noche y sentir que algo me roza, y no saber lo que es para descubrir que eres tú y que el miedo se transforma.
Tengo miedo a enamorarme.

Créeme, tengo muchos miedos, y puedo contartelos todos. Pero se me van a quitar si me abrazas, fuerte.

domingo, 29 de agosto de 2010

Eche a andar sin tí y te encontré dando el primer paso.

viernes, 27 de agosto de 2010

Todo me huele a tí

Olor a gasolina, a libro nuevo, a tortilla francesa recién echa, a ambientador de tienda de ropa, multinacional. A incienso, a desodorante, a palomitas en el cine y no en otro sitio, a descampado en el camino de vuelta de la universidad. Olor a tostadas con mantequilla y mermelada de fresa, a tabaco, a cerveza y a vicio. Olor a otoño, a hierba recién cortada, a tu coche, a colonia de hombre, a cama "recién dormida", empalagosa. Olor a mañana,a vino tinto, a playa y a ayer, a amoniaco y a rotulador permanente. A pintura de colores, a maquillaje, a dulces de Navidad en el horno de la abuela, a la abuela. Olor a instituto antes de la clase de educación física, y después. Olor a rosas blancas y amarillas, nunca rojas, a lejía, a ropa recién lavada y a sudor, pero solo al tuyo. Olor a croquetas congeladas recién sacadas de la freidora, quemadas, como siempre que las hago yo y como nunca que las haces tú. A peluquería cuando barren el pelo del suelo, a be, a piel suave, a material escolar en septiembre, a vela fundiéndose sin que nos demos cuenta. Olor a salsa barbacoa, a casa en la huerta, al polvillo de las higueras, ese que hace que me pique tanto la piel. Olor a porro y a polvo, a insecticida, a saliva. A todo el alcohol que seamos capaces de mezclar. A todo el alcohol que seamos capaces de beber. Olor a beso y olor a pies. Al plástico de las barbis, esas que tan poco me gustaban y que siguen sin gustarme. Olor a limón, a naranja y a pomelo, pero nunca a mandarina. Olor a labios, a ojos miel, a pelo corto.

Olor a contigo, a nosotros, a siempre.
Olor a tí.

Lo no recíproco acaba pudriendo. Siempre.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Puntuación

No hay nada que me resulte más fácil en esta vida que poner puntos, los pongo por todas partes: contigo, en la ensalada, con mis padres, cuando salgo, en la cama, con desconocidos que conozco en la biblioteca, en un parque o en el ascensor, con el polvo de una noche, en la cocina, por mis sábanas, en la tele, con mi mejor amigo, al abrir la nevera o al cerrar una puerta. Con él. Con todos y en cualquier sitio. Siempre puntos. Hay puntos por todas partes. Siempre puntos y siempre seguidos.

Y eso fue lo que hice contigo, tú no ibas a ser menos. Un punto y seguido para , que no falten. Pero me equivoqué. Contigo no servía mi método universal de puntuación. No eras un cualquiera como para ir dándote puntos como si esto fuera una novela de diez mil páginas, por muy bien que lo pasasemos los dos al empezar un nuevo párrafo. Llegamos a convertirnos en uno de esos libros que empiezas a leer ilusionado y en el tercer capítulo ya sabes como va a terminar, llegamos a ser una novela rosa de preadolescentes salidas. Y no. Ni tú ni yo merecemos ser un mal libro. Ni tú ni yo merecemos ser una mala historia. Así que, cariño, ahí va el primero. Y espero que sea el primero de muchos:

PUNTO FINAL.

domingo, 22 de agosto de 2010

Natural

La despertó.
-Cariño, ¡cariño! Despierta, anda.
-¿Se puede saber que pasa?-contestó, aún aturdida.
-Tengo que decirte una cosa muy importante.
-¿Y tiene que ser ahora? Son las ocho de la mañana, hemos dormido tres horas.
-Sí, sí, tiene que ser ahora. Anoche te mentí.
-¿Qué?-gritaba-¿qué coño quieres decir con eso?
-Que anoche te mentí, ¿recuerdas cuando te dije que ibas guapísima, que eras guapísima? Sí, cuando vine a recogerte, ¿te acuerdas o no?
-Sí, claro que me acuerdo, me lo dices siempre que me arreglo, ¿qué pasa con eso?, ¿mientes?, ¿piensas que soy fea? Créeme, no eres el primer que dice o piensa algo así, y puedo asegurarte que no serás el último, asi que déjame dormir.
-No, no es eso, te mentí. No ibas guapísima, el vestido era bonito, si, y el peinado original; el maquillaje no te quedaba del todo mal, quizá demasiado para mi gusto y, aún así, estabas preciosa. Te mentí porque no ibas guapísima, te mentí porque lo eres, y al verte me he dado cuenta de que ahora sí, de que me gusta mucho más el vestido tirado en el suelo, el maquillaje estropeado, corrido. Los ojos hinchados por el sueño y la boca seca. La sábana tapando a medias tu cuerpo desnudo y dejando una teta al aire. Me gustas mucho más despeinada, cariño. ¿Y sabes porque? Porque no me gusta el maquillaje, ni la ropa, ni la laca. Me gustas tú. Natural.

sábado, 21 de agosto de 2010

Amistad

La amistad es algo relativo, viene y va, desaparece y, cuando menos te lo esperas, vuelve a aparecer, mejor o peor, más o menos, menos o más.
La amistad es algo relativo, y debemos intentar huir siempre de la dependencia de lo relativo.

viernes, 20 de agosto de 2010

Contigo

Contigo me suben las endorfinas.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Tercera persona del singular

Últimamente solía salir a pasear. Sí, se levantaba de la siesta y sentia la necesidad vital de salir a dar un paseo, era como si sus pensamientos solo fueran legibles y cobraran cierta coherencia al compás de sus pasos. Amanda no tenía ningún tipo de problema, no necesitaba aquellos paseos para tomar una decisión demasiado transcendental o para encontrar la solución de una duda espinosa. No. Dedicaba aquellas tardes de tranquila y serena soledad a pensar, a pensar en cualquier cosa, ni siquiera precedía en que pensaría una u otra tarde o continuaba con los pensamientos de la tarde anterior, aquello le quitaría gracia al asunto. Simplemente salia a pasear y miraba los carteles, la gente, los edificios o las terrazas de los bares, los escaparates, y dejaba a su mente fluir. Y eso era algo que necesitaba hacer sola, que no podía hacer con nadie más.

Aquella tarde hacía demasiado calor para pasear, o eso le pareció oir a su madre cuando dió el portazo al salir de casa. Deambulo sin rumbo fijo, el calor y la ropa que, aunque ligera, se le pegaba al cuerpo, propiciaban que sus piernas estuvieran mucho más frescas a la hora de decidir el rumbo. La cabeza la tenía en otro asunto. Justo antes de salir, o mejor dicho, justo antes del grito de su madre, uno de tantos, se dio cuenta de algo tan obvio como que no podría salir con ella a pasear; ni con ella, ni con su mejor amigo, ni con el amor de su vida, ni con la persona que más odiara en este mundo, ni con Dios. Necesitaba que nadie estuviera con ella. Comenzó a pensar y las piernas comenzaron a ralentizarse, la cabeza necesitaba parte de la energía que las extremidades inferiores estaban consumiendo, así que las zancadas tomaron ese aire deambulante de los paseos sin importancia. Sin duda, necesitaba estar sola. No por ello consideraba aquello un problema, o un sentimiento extraño, estaba totalmente convencida de que todos necesitamos una parcela de nuestro tiempo, más grande o más pequeña, dónde las agujas del reloj solo giren en singular. Nacemos solos, morimos solos. El desarrollo de toda nuestra vida se fundamenta en la búsqueda desesperada del deshacernos de una soledad que no reconocemos como intrínseca, como nuestra. Sufrimos al sentirnos solos, cuando lo que debemos hacer no es buscar compañía a cualquier precio, si no aprender a poner a la soledad de nuestra parte, porque puede ayudarnos a ganar la partida, y mucho. Sí, desde luego, Amanda estaba convencida, satisfecha. Había argumentado de una manera casi perfecta su razonamiento, su excusa. Amanda era, como su propio nombre indicaba, la que debe ser amada, pero no por otro, por ella misma. Sí. Exacto. Era eso.

Sonó el móvil. Lo sacó del bolso. Rafa. Sonrió.

A la mierda.

domingo, 8 de agosto de 2010

El don

El monótono miedo al blanco del papel.
La continua frustación al estar totalmente convencido de que no vas a saber.
Estar seguro de que es algo que no se compra, ni se aprende, que se tiene y punto.
El deseo constante de darle a la teclita de arriba a la derecha, de volver a empezar para después volver a desecharlo por inválido, una y otra vez.
Intenta olvidarlo...¿no puedes?
Yo tampoco.
Pero que más da, sabes que no vas a poder y aún así lo intentas, cabezona.
Sabes que naciste sin ese don, y sin otros muchos, pero te empeñas, cabezona.
¿Por qué? Supongo que crees que algún día te sentaras en el mismo sitio en el que ahora estás a hacer lo mismo y, por fin, saldrá bien.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Encuesta

Llegados a este punto, ¿qué debo buscar en una relación?

Opción A: Cariño y respeto, aunque el deseo y el amor queden relegados a un segundo plano
Opción B: Deseo sexual

No, no hay más opciones. Anímese querido público, busco opiniones a las que, indudablemente, no haré el menor caso.

lunes, 2 de agosto de 2010

¿Me has echado de menos?

Agarra el colchón como si fueras a ahogarte y fuese lo único que puede mantenerte a flote. Vamos. Grita de placer. Dime que no pare, que no pare nunca. Dime que no hay otro como yo. Dime que te equivocaste conmigo porque nadie es capaz de hacer que te sientas como te sientes ahora. Afirma sin parar. Estás deseando que sepa que solo conmigo has tenido estos orgasmos, ¿a que si? Venga, quiero oirte, como en los viejos tiempos.

¿Me has echado de menos?

domingo, 1 de agosto de 2010

Fruta

-Anda, dime una cosa importante de ti.
-A la gente le parece muy raro, pero me como los melocotones con piel y a mordiscos, no uso el cuchillo. Es más, odio los melocotones pelados.
-Venga ya, eso no es algo importante.
-Cariño, lo importante son los pequeños detalles. Y si no te lo crees, dame un melocotón sin piel.