El monótono miedo al blanco del papel.
La continua frustación al estar totalmente convencido de que no vas a saber.
Estar seguro de que es algo que no se compra, ni se aprende, que se tiene y punto.
El deseo constante de darle a la teclita de arriba a la derecha, de volver a empezar para después volver a desecharlo por inválido, una y otra vez.
Intenta olvidarlo...¿no puedes?
Yo tampoco.
Pero que más da, sabes que no vas a poder y aún así lo intentas, cabezona.
Sabes que naciste sin ese don, y sin otros muchos, pero te empeñas, cabezona.
¿Por qué? Supongo que crees que algún día te sentaras en el mismo sitio en el que ahora estás a hacer lo mismo y, por fin, saldrá bien.
2 comentarios:
Cuanta razón.
Chapó
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