Se levantó tarde, con sabor amargo en la boca, seca. Después de aquella noche el calor se mezclaba con el olor a agrio y sudor que residía en la habitación. Giró la cabeza a la derecha: un armario viejo, una mesilla con una pata rota, botellas de vodka vacías en una estantería que parecían símbolos de otros triunfos y varios litros de cerveza tirados por el suelo mezclados con alguna boquilla rota y papel. Se miró el cuerpo, estaba desnuda y cubierta a medias con unas sábanas de ositos. Rió para dentro al verlas. La noche anterior ni siquiera se había dado cuenta; parecían una imagen difusa de la mano de mamá que aún planchaba y lavaba las sábanas los domingos, antes de que él las trajera desde el pueblo a la ciudad para pasar la semana y las devolviera cada sábado con aquellos aromas que su madre se obligaba a no oler, con aquellas historias tejidas en la funda de la almohada que su madre se obligaba a no creer.
Supuso que para aquella madre su hijo no era el mismo tío que ahora ella tenía a su lado dormido, con esa cara de salido asqueroso y sudado. Todo el atractivo que vio en él la noche que lo conoció se había esfumado, el mismo que la noche anterior a esa mañana de calor pegajoso la había hecho morder y gemir, besar con rabia, gritar, apretar hasta el momento de explotar para después relajarse y dormir satisfecha. Porque por solo unos instantes aquel casi desconocido ni había sido el niño de mamá que volvía a casa para regresar los lunes con sábanas limpias ni había sido el gordo sudoroso que por la mañana despertó, sonriendo como un mandril, satisfecho y dispuesto a recoger los litros de cerveza del suelo para ponerlos en su estantería de trofeos. No. Aquella noche había sido una de sus fantasías, le puso la cara que ella quiso ponerle y la boca que ella siempre deseo morder. Era otro hombre y ella lo sabía, pero la imaginación y el deseo no hacen daño a nadie, no mientras tengas dieciocho años, toda una vida por delante y muchas fantasías por cumplir.
2 comentarios:
uaaa... me encanta :)
diu ^^
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