jueves, 2 de septiembre de 2010

Recuerdo

Anoche no podía dormir, llegué tarde a casa y el sueño no llegó conmigo, creo que se fue antes de que yo llegara, harto de esperarme. Anoche no podía dormir y abrí el cajón de tus recuerdos, el tercero en mi escritorio, empezando a contar desde arriba. Abrí el cajón donde escondo tus fotos, aquella carta que me escribiste cuando aún nos escondíamos de nosotros mismos, del destino, cuando aún nos daba vergüenza mirarnos fijamente a los ojos y nos daba igual mirar en la entrepierna. Encontré la caja de madera forrada por dentro de franela roja, aún quedaban restos del azúcar de las gominolas que metiste allí para que no me enfadara si te ibas para no volver, era algo que ni se te pasaba por la cabeza.
Entre aquel amasijo de recuerdos desordenados encontré tus libros: mi antología del veintisiete y aquel compendio de citas del que solo releía el apartado dedicado al amor, del que después tanto renegué. Cerré el cajón y me quedé con el libro. Me tumbé en la cama y, aún abrazándolo y sin todavía abrirlo, comencé a recordar. Miento. Me estoy mintiendo. Te estoy mintiendo. No empecé a recordar en ese momento, creo que es algo que nunca he dejado de hacer. Ojeé el índice del libro: amor, amistad, familia, dinero, memoria, recuerdo. Recuerdo. Página treinta y seis.

"Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo". Pierre Loti
Desde luego amamos, y sufrimos, por ello recordamos. Un tío sabio el tal Loti. Pero no, esto no me servía anoche, no podía más con las piedras del recuerdo, me dolía la espalda, era insoportable. Sufrimos y amamos como nadie más ha sabido hacer hasta ahora, sangré por dentro y tú me curaste las heridas, con saliva, paciencia y vendas en los ojos. Pasado perfecto. Recuerdo. El bucle continuaba y el mareo iba a concluir en vomito. Necesitaba salir de ahí, seguí leyendo.


"El que vive de recuerdos arrastra una muerte interminable". Anónimo
 Lo yo que yo decía. No me podía seguir sustentando en el pasado, me iba a morir de asco. No podemos basar la búsqueda de la, por otra parte inexistente, felicidad, en viajes sin destino en el colchón, sola. Continué.


"Ella no te necesita. tiene tu recuerdo, que vale más que tú". Alejandro Casona
¿Era eso?, ¿había idealizado tanto el recuerdo que lo había convertido en algo superior a la propia experiencia? La memoria es selectiva. Sí lo pensaba mucho incluso podía llegar a encontrar la parte divertida, romántica y positiva de las peleas y de los llantos. Recuerdo aquella discusión a gritos en la habitación de mis padres en la que terminé llorando; te me quedaste mirando y dijiste: "siempre conservarás el legítimo derecho al llanto". Me eché a reír. Recuerdo perfectamente esa frase pero no soy capaz de recordar el motivo de la disputa. Todos mis recuerdos contigo rozan, en mi cabeza, la perfección. Joder, eso no puede ser real, no es tangible, no hace bien. Eso, a la larga, pudre.

Fue entonces cuando, en un momento de abstracción, repose la vista en la frase de la salvación.


"Abstenerse de recuerdos a veces es una cuestión de supervivencia". Alberto Levenfeld
Ahí estaba, no había que darle más vuelta a la naturaleza humana. Hemos nacido para perpetuar la especie, ¿no? Sobrevivé el más fuerte y yo tenía que ser la más fuerte, Darwin, teoría de la evolución, el ser humano como un simple y primitivo animal, la búsqueda de la perfección en la singularidad del individuo. Me bastaba ese argumento. Cerré el libro y lo dejé sobre la mesilla. No podía volver a abrir el cajón de los recuerdos para guardarlo, ese cajón estaba lleno de genes recesivos, me iba a dejar sin descendencia, y sin futuro.

4 comentarios:

Verdugo dijo...

xD Me gusta la ultima xD

Anónimo dijo...

Tengo que decir que cada vez me sorprendes más. Muy muy profundo, me encanta

Mei dijo...

Dime a quién sorprendo, anónimo. =)

Marcodefotos dijo...

Como mola! yo para mi cumple quiero un libro de citas! ^^
me encanta, ya tengo nuevo nick para el msn =)