A veces, y solo a veces, tornan posibles las oportunidades que jamás pudieron serlo. Es entonces, y solo entonces, cuando debemos preguntarnos si queremos lograr como nuestro algo que implica poder no serlo, algo que implica la más plausible inseguridad. Es en ese momento, y solo en ese momento, cuando debemos sopesar si lo que perdemos accediendo a tal posibilidad es mejor que lo que ya tenemos y perderemos. En ese justo instante nos invadirá el peor de los miedos: el miedo al cambio continente de incertidumbre e inconstancia, el miedo a una evolución a la que, paradójicamente, estamos destinados sin remedio.
Es a veces, entonces, solo a veces, y solo entonces, cuando debemos mandarlo todo al garate y hacer lo que nos suplique, en uno de esos silencios suyos, el alma. Caiga quien caiga.
2 comentarios:
No me escribas estas cosicas ahora, tronca, que se me va la olla a Camboya.
Madre mía, menuda entrada... una descripción desde lo más profundo de las tripas y supongo que con absoluto conocimiento de causa. "Casualmente" certera.
Supongo que lo importante es avanzar, hacia donde tu suerte te lleve, aunque debe valorarse las bajas provocadas. Muchos conceptos a la vez: "Caiga quien caiga", "alma", "destino sin remedio", "ganar vs perder", y le constante "MIEDO", principal actor de esta larga ecuación.
¿Carpe Diem?
...ahí queda eso
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