lunes, 31 de mayo de 2010

Domingo

-¡Eres un soso!
-Si, es que las cosas quedan algo sosas cuando no son bien condimentadas.
-Entonces, ¿Por qué no te condimentas un poco, guapo?
-Porque las cosas no pueden condimentarse a si mismas.
-¿Quién las tiene que condimentar?
-La que vaya a comerse la ensalada.

Metamorfosis

Era pequeña, fea, de piel áspera, poco cuidada. Su aspecto físico no era algo que le interesara lo más mínimo; en realidad,
no había nada que le interesara en absoluto. Ni siquiera se molestaba en plantearse si la comida que masticaba con
desdén cada día, uno tras otro, era de su agrado. Comía para dormir, dormía para comer.
Se sucedieron los días, días lluviosos, soleados,
nublos, de ventisca o de playa ... pero siempre largos, muy largos. ¿Para que comer? ¿Para que beber? ¿Para que gastar ese oxigeno que otros tanto anhelan?...¿Para que vivir? No encontradas las respuestas y viendo a sus opciones mermar tomo la solución mas rápida, quizá no la mas adecuada, ni mucho menos meditada, pero algo le hacia pensar que aquello formaba parte de su destino, hundirse en un sueño del que no despertaría jamás.
Una vez decidida se hizo con un mullido colchón y unas sábanas aterciopeladas de un fino hilo blanco intercalado con hebras de un dorado brillante que delataban a un tejedor experto, cerro los ojos y se afano en su tarea. La idea de dormir eternamente era algo que la entusiasmaba así que no tardo demasiado en entregarse de pleno a ello; sin embargo y a los exactos veintidós días del comienzo de su anhelado sueño algo ocurrió, sus ojos se abrieron precipitados, confusos. Miro a su alrededor. Por unos instantes las legañas no le dejaron ver como el gusano había salido de su capullo para convertirse en mariposa.