martes, 29 de marzo de 2011

-Lleno las hojas de la vida con letras en blanco que se ahogan por tenerte entre mis brazos solo, tan solo una vez más. Nos imagino haciendo paliativas disculpas con silencios, amor, y se me escapa el alma. Se me escapa y se va a buscarte, y me deja aquí, en la ducha donde se entremezclan tus recuerdos y mis sábanas de lunares de colores.
-No, si a mí todo eso me parece muy bien, pero ¿vamos a follar o que?

miércoles, 16 de marzo de 2011

El lagrimal se descubre.La cortina torpe que me aisla de la luz sigue el recorrido de un vaivén.El bullicio de la vida se me desliza  por la espalda.Siento el tacto mecánico y triste y solo y absurdo y lento de un ser que no es. Los días, vestidos, son cada vez más largos. La vida, cada vez más corta.

martes, 15 de marzo de 2011

Dos frases.

Alguien me había mirado desde la verticalidad de su sombra, repetida como una presencia oscura en el espejo del tocador, que iba siendo escarchada por la primera luz opaca del amanecer, alguien había dicho mi nombre y jadeado contra mí mientras unos dedos sabios y múltiples como patas y hocicos de pequeños animales buscaban en mis bolsillos y en los pliegues más hondos de mi ropa, y yo había intentado defenderme con una tenacidad imaginaria, porque soñaba que me revolvía y que daba patadas pero permanecía inmóvil, apretando los dientes con un brío tan furioso que los notaba como desmoronándose en mi boca, queriendo abrir los ojos y manteniéndolos cerrados hasta que me dolían. Alguien respiraba en la habitación y cuando yo creía abrir los ojos solo estaba soñando que los tenía abiertos, y lo que veía eran las imagenes de un sueño que tal vez se parecía a la realidad igual que esa sombra que estaba mirándome se parecía a su doble inverso del espejo.

Muñoz Molina. Beltenebros.

martes, 8 de marzo de 2011

Somos cuerpo y somos alma. 
Somos, como dijo sin querer aquel filósofo, vista y razón. Y no, no se equivoquen: no hay en ninguna de las dos más virtud que en la anterior. O en la siguiente.

lunes, 7 de marzo de 2011

No sabes lo que tienes.

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes
La trivialidad de aquella frase se encontró con el frío del suelo de su habitación tras deslizarse por el estrecho túnel que conformaba el marco de su puerta y el piso. Entreabrió la cuartilla y, en una esquina, remató el enunciado:

O parece que lo pierdes

Después, rompió el papel en cuatro pedazos y lo depositó en la papelera de su escritorio para coger la chaqueta, abrir la puerta y pisar el fango. O el mundo. O la irrealidad.

sábado, 5 de marzo de 2011

Don Pedro

Un día, en su vieja droguería, Don Pedro me comentó que siempre había pensado que la madurez llega de la mano de la constancia, de la monotonía, de lo insípido del asfalto que pisan los rebaños, del olvido del interés por lo inservible. Supongo que porque pensaba todo aquello aquel hombre de ya ochenta años y pelo cano se levantaba los sábados tras una semana agotadora de trabajo para pasear en su destartalada bicicleta sin frenos por aquellos, como él llamaba, "caminos de Dios". Deambulaba por la huerta hasta llegar a la orilla de una acequia donde crecían unas margaritas blancas preciosas, cogía un pequeño ramillete y lo llevaba a casa; después lo colocaba en un jarrón de cristal brocado y esperaba, sentado en su sillón blanco de mimbre, lo apacible de una sonrisa. Cualquiera.