viernes, 16 de septiembre de 2011


He dejado de comprar lombrices de gominola en el quiosco que está junto a la escuela. He dejado de analizar lo brillante del rojo de las manzanas. He dejado de susurrar poemas mientras paseo; he dejado de pasear. He dejado de comprar horquillas para recoger mi pelo y no encuentro el carmín rojo. He dejado de buscarlo. He dejado de suspirar entre el polvo de la tienda de comics y libros de tercera mano de la esquina de aquel barrio. He dejado de suplicar a mamá que hoy haga mi comida favorita. He dejado de combinar el tono de mis ojos con el de esa camiseta verde que tanto me gustaba. He dejado de abrir la ventana los días de lluvía para que el agua me acaricie la cara. He dejado de demostrarte. He dejado de intentar escribir, sin conseguirlo, poesía. He dejado de leerla. He dejado de vivir. 
Consecutivo.

3 comentarios:

Laiseca Estévez dijo...

No dejes de SUPLICAR!!!
insiste... al final vale la pena.
Un abrazo

Fernando Gili dijo...

Ha dejado usted todo lo bueno, eso no puede ser...

Siempre suyo
Un completo gilipollas

La otra habitante de la casa de muñecas despeinadas dijo...

No. No y No. No voy a dejar que eso ocurra.