martes, 15 de noviembre de 2011

Roma

Iucundum, mea vita, mihi prohonisa amorem

hunc nostrum inter nos perpetuumque fore.
Di magni, facite ut vere promittere possit,
atque id sincere dicat et ex animo, 
ut liceat nobis tota perducere vita
aeternum hoc sanctae foedus amicitiae.
Catulo

Agripa, Bernini, Trivia y Nicola Salvi  deslizaron aqua di virgo entre las pestañas de la muchacha de los ojos verdes. Y así se quedaron con un trocito de su alma y unas míseras monedas. Y allí fue, en la ciudad de las siete colinas, donde aquellos ojos felinos perdieron de vista su pasado entre adoquines, levantando la vista de lo inestable del piso para disfrutar del asombro de su inocencia; para ver, en la perfección de las ruinas, un espejo. 

2 comentarios:

Licinio Calvo dijo...

Cita inmejorable, de mi gran amigo Catulo. Me place que hayas visitado mi ciudad, querida amiga atemporal. Como ves, controlo las lenguas romances, a pesar de ser muy posteriores a mí. El próximo comentario lo pondré en la lengua que domino, el latín. Un abrazo.

Mondragón de Malatesta dijo...

Dominus vobiscum.