sábado, 6 de noviembre de 2010


Sí hasta la luna se vistió de puta aquella noche, ¿que podía esperar ella de unos labios que solo sabían conducir el gemido de unas cuerdas vocales más sinceras que el deseo?, ¿qué hay más sincero que el deseo? El deseo de matar, de morir, de entregarte o de finjir. Es deseo, pasión, fuerza, ira, es el movimiento conceptualizado en palabras tan fuertes que no dicen nada. No, joder, aquel beso no podía decir nada, significaba tan poco que rozaba la puta perfección de la apatía. Lo estaba sintiendo temblar. No sabía si era el frío o el ardor de sus salibas jugando a ser recíprocas, pero notaba temblar entre sus dedos hasta el último músculo que él se dejaba tocar. Hasta el último músculo. ¿Qué podía esperar ella de una piel que había sido pensada por tantos?, ¿que cabía esperar de todo aquello?Lo notó parar y separar sus labios de su cuello, un cuello cualquiera que aquella noche pedía a gritos una prorroga eterna.

-¿En qué coño estas pensando, preciosa?
-¿Preciosa?,ni siquiera te he dicho mi nombre, ¿verdad?

2 comentarios:

estrella de los tejados dijo...

Que entrada más sincera, es genial... a veces (casi siempre) las cosas no salen como querríamos que salieran, pero eso hace que cuando el destino nos complace estemos verdaderamente satisfechos.

¿Qué hay más sincero que el deseo?
Me encantó! :D

http://myloveinthebin.blogspot.com/

Eco dijo...

¿Quién necesita nombres en situaciones así?