Sabía que el causante de todo aquello fue el reflejo del espejo enmarcado en cobre que presidía el salón de su memoria. Le vino a la cabeza el mosto de recuerdos que tantas veces alcoholizó sus venas en el lugar que no quería ser tiempo. Fermentaron en su mente realidades que nunca habían sido y no serían jamás. Cerró el puño. Se armó de valor y se echó a llorar.
(Es imposible romper un espejo invisible.)
4 comentarios:
es imposible romper un espejo invisible, pero a veces conseguimos olvidar que está ahí...
que me ha gustado el post...
un saludo...
Odio los recuerdos que vienen una y otra vez, intentando arruinar nuestra vida.
El vino, siempre fermenta la vida, aún, cuando no exista nada de eso. Se le bien, gracias por dejarse leer bien.
...no es imposible
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