sábado, 17 de julio de 2010

Días

Me desperté confusa, aturdida, como siempre, despeinada. Entreabrí los ojos y busqué a tientas las gafas sobre la mesilla. Me las puse y nos encontré desnudos, sudorosos, felices. Me miraba recostado en la cama, sonriendo; ya llevaba un rato despierto y había gastado su tiempo en mirarme dormir. Algo le rondaba la cabeza:

-Es una tontería, pero no paro de darle vueltas a una cosa: ¿Cuál fue el peor día de tu vida?

Lo miré. Sí, aquel eran ese tipo de preguntas que solo se le ocurrían a él en una mañana de domingo. Mientras el resto de la humanidad solo es capaz de llegar a cavilar sobre el tórrido calor de julio, él piensa en buenos y malos días.

Me quedé pensando un rato. Respondí firme, segura.

-El día en que me di cuenta de que tus defectos me gustan aún mas que tus virtudes.

Me sonrió extrañado y me preguntó porqué.

-Porque así fue como me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada de ti.

Después de esa frase se me tiró encima y me mordió la boca. Sí, aquel fue el mejor día de mi vida.