domingo, 19 de septiembre de 2010

Sí no puedes con tu enemigo, únete a él.

Señora Falsedad, vengo a ofrecerle mis más sinceras disculpas. Cómo lo oye y sí, se que no se lo esperaba. Siento, y no sabe usted hasta que punto llega mi sinceridad, haberle dado la espalda en momentos en los que nos necesitabamos mutuamente. Discúlpeme, sé que se habrá sentido ofendida por mis permanentes rechazos y malas caras, incluso, permítame contárselo ahora que, sí usted quiere, vamos a ser amigas: he llegado a insultarla, y mucho. No crea usted, en un acto de esa dulzura tenue y tremendamente falsa que le caracteriza, que los insultos han sido pusilánimes. No señora, he llegado a odiarla. La he traicionado con su enemiga mortal Sinceridad, pero créame, esta es la última vez que lo hago. Me ha dado demasiadas patadas, me ha traido demasiados problemas. Con amigas así, ¿quién quiere enemigos? Así que, como ya he dicho, disculpe mi deslealtad, disculpe mi traición constante y premeditada. Sí todos están con usted, ¿por qué yo no iba a estarlo?

Con todo esto lo único que quiero pedirle, (incluso podría llegar a decir que suplicarle) es su lealtad y su amistad; lo que es lo mismo, su ayuda para autoconvencerme de que el fin justifica los medios. Al resto del mundo se lo ha dejado muy claro, no veo ningún impedimento para que no puedo hacerlo también conmigo.

Una vez más le pido perdón y ruego atienda mis peticiones.


Dientes, dientes, que es lo que más les jode.

4 comentarios:

verdugo dijo...

NO,majo,no..

Eco dijo...

Fiuuuuuuuuuuuuu con lo que tú molas, con tu sinceridad brutal...

Justiciero dijo...

Diuuu
Pues te consideraré como tal y así no me hara daño tu falsedad...y tan contentos ^^

El Soñador del Tiempo dijo...

Soberbio...